26 abril, 2024,
12:00 pm
Por Pilar Chacón Preciado |
pilarchacon@fundacionbatuta.org
Niños, niñas y adolescentes de Batuta cantarán en la Plaza de Bolívar este 9 de abril
El 50% de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes que participan de los programas de formación de la Fundación Nacional Batuta en los 32 departamentos del país son víctimas del conflicto armado.
Según la Unidad de Víctimas de Colombia, entre 1985 y 2021, el conflicto armado en el país afectó a más de dos millones de niños, niñas y adolescentes por medio del desplazamiento, el confinamiento, el reclutamiento, el abuso y la violencia sexual. Así mismo, en el capítulo No es un mal menor del Informe final de la Comisión de la Verdad, se señala lo siguiente: “las cifras no agotan la experiencia, pero permiten comprender la magnitud de lo que han sufrido las niñas, niños y adolescentes en el conflicto armado. La Comisión determinó que 64.084 niñas, niños y adolescentes perdieron la vida por el conflicto; 28.192 fueron desaparecidos de manera forzada; 6.496 sufrieron secuestro; 16.238 fueron reclutados por grupos armados y 3.049.527 fueron víctimas de desplazamiento forzado”.
Es por esto que Batuta, como entidad aliada del Estado colombiano y en su compromiso con el mejoramiento de la calidad de vida de los niños y niñas del país, aporta al cumplimiento de la Ley de víctimas mediante la implementación de programas y proyectos orientados a la atención de los efectos de la violencia, y a realizar aportes en la construcción de una cultura de paz.
De esta manera, Batuta ha focalizado su acción en ayudar a desmantelar los imaginarios de violencia, a construir respeto cultural, reconciliación, solidaridad y a educar para la justicia y la paz, por medio de prácticas colectivas que permiten el reconocimiento de la diferencia y el desarrollo de competencias para la convivencia armónica.
Para Lucía González, presidenta Ejecutiva de Batuta, “las artes son un medio para nombrar y sanar cosas que de otra manera no se pueden enunciar. Al ser parte de Batuta, los niños y niñas de Colombia comunican por medio de la música el valor de su existencia y de sus culturas. La música les permite sentirse orgullosos de lo que son y de lo que pueden aportar al mundo. A partir de la práctica musical colectiva y de las reflexiones que tienen lugar en los encuentros psicosociales llevados a cabo en nuestros centros musicales, no solo estamos sanando las heridas de la guerra, sino que estamos construyendo diálogos y caminos para la paz”.
Batuta se une a la conmemoración de las víctimas
Como parte del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, Batuta participará junto a la Asociación Nacional de Música Sinfónica en el concierto de conmemoración que lidera la Unidad de Víctimas, y que tendrá lugar el martes 9 de abril, en la Plaza de Bolívar de Bogotá.
Durante este evento, Batuta, la Orquesta Sinfónica Nacional y el Coro Nacional de Colombia, se unirán en un acto de solidaridad y memoria, en una presentación que tendrá lugar desde las 3:55 p.m. La presentación incluirá piezas contemporáneas compuestas por maestros y maestras de Batuta, como “Vivo en un país” de Víctor Hugo Reina, “Un canto a la paz” de Víctor Hugo Guzmán, “El abrazo” de Gustavo Adolfo Rengifo y “Soy Batuta, Soy Colombia” de Jesús Enrique López, adaptadas para Orquesta Sinfónica.
De manera simultánea, Batuta también participará en la conmemoración organizada por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación de Bogotá, en el que se presentará el ensamble del Centro Musical Batuta Compartir de Soacha, a partir de las 3:00 p.m.
Sobre el Programa Sonidos de Esperanza
La Fundación Nacional Batuta y el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes implementan desde hace más de 20 años el programa Sonidos de Esperanza, que beneficia actualmente a 18.500 niños, niñas, adolescentes y jóvenes de todo el país mediante procesos de formación musical colectiva y acompañamiento psicosocial. Este programa constituye una estrategia fundamental para potenciar la paz y el desarrollo social de las comunidades en Colombia, dado que un 62%, de sus participantes es población víctima y un 38% están en condición de vulnerabilidad.
Sonidos de Esperanza se articula con las políticas, planes y programas de fomento de la práctica musical en Colombia, diseñados y promovidos por el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, y es un medio a través del cual la infancia, la adolescencia y la juventud más vulnerable de Colombia tiene garantizado el acceso democrático al goce, aprendizaje y disfrute de la música en su vida cotidiana. Así, el programa contribuye al mejoramiento de la calidad de vida, la promoción de los derechos culturales, el desarrollo integral y la recuperación social y emocional de niños, niñas, adolescentes y jóvenes víctimas, en condición de vulnerabilidad, o con discapacidad.
Sonidos de Esperanza tiene un enfoque territorial que contempla la formación musical informal en zonas PDET o Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial, y Zonas Afectadas por el Conflicto Armado, Zomac, para contribuir a la construcción de paz, por lo cual, las intervenciones se componen tanto de la formación musical inicial u orquestal como del componente de atención psico-social que caracteriza el hacer de Batuta en Colombia. El modelo integral de Sonidos de Esperanza reconoce el territorio como un tejido relacional que trasciende el espacio físico y se define por la interacción armónica de distintos actores en la que ocurre la intervención de componentes pedagógicos para la expresión y la estética. En muchas colectividades rurales, campesinas o indígenas, se articula con otras prácticas de carácter económico y sociocultural generando formas de vida en donde las relaciones y el conjunto social se sitúan por encima de las individualidades.