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13 mayo, 2025
Por: Pilar Chacón Preciado

¿Cómo habitar la industria musical desde lo social?

La Fundación Nacional Batuta y BIME se unen en el desafío de poner en diálogo los procesos de formación con el ecosistema de la industria global

Más de 40 profesores, jóvenes músicos, y profesionales de distintas áreas que pertenecen a la Fundación Nacional Batuta en toda Colombia, participaron por primera vez, de forma virtual y presencial, en la edición del BIME 2025 (Bizkaia International Music Experience), que se llevó a cabo entre el 6 y el 9 de mayo en Bogotá. Esta participación supone la apertura tanto de la industria musical global, como de los procesos de formación musical, para vincularse en el propósito común de hacer de la música una potente herramienta para transformar realidades.

BIME (Bizkaia International Music Experience) es un encuentro internacional de la industria musical nacido en 2013 en Bilbao. Desde sus inicios, ha sido un punto de confluencia para la reflexión sobre los rumbos del sector musical. En 2022 se expandió hacia Bogotá para incorporar de forma más decidida las realidades, tensiones y oportunidades de América Latina en el sector. En ese sentido, la edición de 2025 profundizó en su vocación como laboratorio de ideas, espacio de networking y plataforma de visibilidad para iniciativas que —desde lo local— están contribuyendo a redefinir lo que entendemos por industria musical.

En ese contexto, la presencia de la Fundación Nacional Batuta, que por primera vez se vinculó como aliada de este encuentro, fue significativa tanto por la novedad que representa que los procesos de formación humana a través de la música hagan parte de estas conversaciones, como por las preguntas que esto trajo consigo y que no siempre están en el centro del debate cuando se habla de mercados, formatos, algoritmos o estrategias de monetización, pero que resultan cruciales si se quiere construir un sector realmente sostenible, inclusivo y culturalmente relevante. ¿Cómo se forma a las nuevas generaciones para que no solo sean intérpretes, sino también sujetos críticos y agentes de cambio en sus comunidades? ¿Qué lugar tiene la formación musical en la arquitectura de una industria que a menudo privilegia la inmediatez sobre el proceso? ¿Cómo se articula el derecho al disfrute de la música con los modelos de negocio contemporáneos?

La participación de la Fundación Nacional Batuta en BIME 2025 significó una manera de expandir sus propios marcos de acción. Acercarse a la industria no como un espacio ajeno, sino como un terreno fértil para el cruce de saberes, el diálogo intersectorial y la construcción de futuros compartidos. Participar en este encuentro permitió abrir una conversación honesta sobre la potencia que existe en vincular la formación artística a los debates estructurales de la industria cultural: desde la equidad en el acceso hasta la sostenibilidad de los procesos creativos; desde el rol de las mujeres y las diversidades en la escena musical, hasta la responsabilidad ética de quienes diseñan políticas públicas o lideran iniciativas privadas.

Durante el encuentro, Batuta no solo compartió su modelo de formación humana y musical, sino que también se insertó activamente en espacios de discusión donde las preguntas sobre el impacto social de la música encontraron un eco inesperadamente poderoso, porque, en efecto, hablar de música no puede reducirse a pensar en la experiencia del espectáculo: también implica hablar de los procesos no tan visibles que sostienen esa experiencia —formación, creación, vínculos comunitarios, políticas de cuidado— y de las vidas que se transforman en el camino.

Estar presentes en este encuentro fue producto de la madurez institucional. Durante más de 30 años, Batuta ha centrado sus esfuerzos en garantizar que niños, niñas, adolescentes y jóvenes en condiciones de vulnerabilidad tengan acceso a una formación musical de calidad, entendida no solo como un derecho cultural, sino como un instrumento para la construcción de paz, la convivencia armónica y el desarrollo integral. Es por esto que, al entrar al universo de la industria musical, Batuta puede hacerlo sin perder su identidad. Al contrario, lo hace con la convicción de que es necesario tender puentes: entre lo social y el mercado, entre lo educativo y lo profesional, entre lo comunitario y lo global.

Quizás el mayor valor de esta participación fue precisamente ese: proponer un giro. Frente a un modelo dominante que mide el éxito en cifras, visibilidad o escalabilidad, Batuta pone sobre la mesa mediciones en términos de transformación humana y social. Frente a una lógica que prioriza la innovación tecnológica, se reafirma en la innovación social. Y frente a un mercado cada vez más acelerado, reivindica el valor de los procesos pacientes, reales y profundamente humanos.

Lo que deja BIME 2025 para Batuta es una invitación a seguir preguntándose por las formas activas y cambiantes con las que la música aporta a la construcción de tejido social. A reafirmar que es posible habitar la industria con sentido ético, con responsabilidad pedagógica y con una mirada crítica. Y a continuar insistiendo en que cada instrumento que llega a las manos de un niño o niña, cada ensayo que tiene lugar en colectivo, cada concierto que enriquece la agenda cultural de las comunidades, también son parte —y no una parte menor— del gran tejido que hoy entendemos por ecosistema musical.

BIME le abrió la puerta a una conversación que apenas comienza. Batuta, por su parte, entró en ella con la fuerza de una organización que sabe que su lugar está donde se sueñan futuros posibles.

Una presencia con muchas voces

Como parte de la alianza entre la Fundación Nacional Batuta y BIME, ambas entidades se unieron para lanzar una beca que benefició a dos participantes de la red Batuta en todo el país, otorgándoles una beca para asistir presencialmente a Bogotá y participar activamente del encuentro. Uno de los ganadores de la beca fue Juan Felipe Preciado, un violista de 19 años que viajó desde Neiva, que sueña con crear un festival de música en su ciudad, y que resume de la siguiente manera su participación en el encuentro:

Parecía inimaginable que un joven de Neiva pudiera terminar en uno de los encuentros más importantes de la industria musical, pero gracias a la beca BIME CAMPUS+ y a la Fundación Nacional Batuta, para mí fue posible asistir como invitado de este evento de tan alto nivel. Fueron tres días de muchas experiencias y aprendizajes, conociendo esa cara detrás de los artistas que vemos en el escenario. Conociendo sellos discográficos, entidades musicales, productores y artistas emergentes que buscan darse a conocer en una industria cada vez más competitiva.

En estos tres días pude gozar de charlas con referentes a nivel nacional e internacional del mundo musical, escuchar los retos, dificultades y las nuevas posibilidades que se pueden construir desde la música, abordando temáticas como la identidad sonora, la depresión en artistas, los retos de los festivales, y las luchas sociales y culturales de géneros como el (neo)joropo.

El trato en el evento también fue único: el intercambio cultural con las personas de otros países fue increíble; conocí personas apasionadas por su oficio que nos brindaron un espacio de conversación y nos abrieron sus vidas para conocer sus historias, sus proyectos e incluso, la posibilidad de articularnos y hacer cosas juntos en el futuro.

Agradezco la oportunidad de esta beca, de la que aprovecharé lo aprendido para fortalecer los procesos culturales de mi ciudad y poder realizar el festival que anhelo en Neiva. Invito a los músicos de toda Batuta a que sigamos apostando por el poder transformador de la música, apoyados también por las nuevas dinámicas de la industria musical, pensando siempre en música y cultura, y sobre todo trabajando para que esas manifestaciones puedan estar muy presentes en nuestras comunidades.

Por otra parte, la Fundación Nacional Batuta también participó del panel Acceso, territorio y futuro: el lugar actual de la música clásica, que propuso una reflexión alrededor de los desafíos de acceso y participación, así como las barreras estructurales que han construido un imaginario sobre la música clásica y que parecen estar siendo transformadas a partir de estrategias que vinculan nuevas tecnologías, educación y la construcción de una red sólida entre artistas. En este espacio, la directora académica de Batuta, Catherine Surace Arenas, invitó a los asistentes a reflexionar sobre el rol de la música en la vida y en la construcción de comunidad, así como en la importancia de los procesos que vinculan lo local con lo global:

La música es un lenguaje a través del cual se han plasmado historias y emociones que, de alguna manera, nos identifican. Y eso es algo que todos y todas podemos reconocer, valorar y disfrutar: los niños, los adultos, los seres humanos en general. Benjamin Zander, director de orquesta británico nacionalizado estadounidense, ha sido un gran promotor del poder transformador de la música a través de sus TED Talks. Él demuestra cómo todos y todas hemos disfrutado —sin saberlo, muchas veces— de la música clásica. Y nos muestra cómo lo hemos hecho, por ejemplo, a través de la música para cine, la música de los cartoons, la música comercial de hoy, la música para videojuegos… Sin quererlo, mucha gente que no se considera experta termina teniendo un gran aprecio, una valoración estética muy profunda por el fenómeno que es una obra de música clásica.

Ahí es, precisamente, donde está nuestra responsabilidad como formadores. Nos corresponde abrir esa sensibilidad, romper con esos imaginarios de elitismo, de exclusión, con esa idea de que “eso es raro”, “eso es aburrido”, “eso es difícil”… y, por el contrario, integrarlo de manera coherente con los contextos. No olvidemos que el origen de esas expresiones artísticas fue, precisamente, la necesidad de expresión de los seres humanos. Es por eso que nosotros, en los procesos formativos, tenemos el deber de acercar esa experiencia sin ningún tipo de discusión.

Hoy los teatros y escenarios del mundo hablan de una de la programación de obras canónicas que representa un 85 %, y aquí en Colombia ha ocurrido lo mismo desde 1936, cuando nació la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, que ha circulado las obras más representativas de la literatura universal. Pero entonces uno se pregunta: si entendiéramos la música como un museo vivo… ¿no es como si, en las exposiciones permanentes del Louvre o del Prado, no estuvieran las obras clásicas? Cuando uno va a un museo así, ¿cuáles son las filas más largas? Para ver la Mona Lisa, para ver a Van Gogh… Porque la gente disfruta, la gente tiene una gran expectativa.

Entonces, ¿cuál es el gancho que tenemos que colocar al lado de esas obras maestras —visuales o sonoras— para empezar a tejer un diálogo de curaduría? ¿Cómo lograr que la gente disfrute, se abra, y tenga la oportunidad de escuchar nuevas obras?

Creo que hay una responsabilidad muy importante de todos los actores del sector de la música clásica. Es por esto que me permitiría invitarnos a reflexionar: ¿por qué seguir hablando de “lo clásico”? Hoy en día, la música es toda. Disfrutamos las músicas populares, tradicionales, vernáculas, o mal llamadas académicas… Se trata de empezar a redefinir esa narrativa. Que, desde nuestro lenguaje, no digamos “música clásica”, sino que hablemos de una experiencia musical que pueda llegar a tocar el espíritu humano. Y preguntarnos: ¿cómo nos vamos a perder de esas obras maestras, de esos lenguajes, de esas técnicas compositivas que son inherentes a la música sinfónica o a las músicas tradicionales?

Nosotros, en Batuta, lo que hacemos es que los niños, las niñas y las comunidades —especialmente las más excluidas, donde aparentemente no tenían acceso a esa llamada “alta cultura”— puedan cerrar esa brecha y apropiarse de ella. Y es poderoso ver a los niños de Puerto Asís, de Buenaventura o de Quibdó amando a Beethoven, pero también amando sus currulaos, sus músicas indígenas, su música tradicional. Y lo más conmovedor y sorprendente es que ellos no ven contradicción entre esas músicas. Al contrario, de una manera muy natural empiezan a cerrar esas brechas, a crear fusiones, y también a soñarse con emprendimientos propios que mezclen el universo sonoro que habitan.

Diez puntos de reflexión

Este encuentro permitió una inmersión en las tendencias contemporáneas del sector, a la par de un diálogo entre el mundo de la industria y los procesos de formación musical con sentido social, como los que impulsa Batuta desde hace más de tres décadas en Colombia. A continuación, se documentan los aprendizajes derivados de la asistencia a diez charlas clave del encuentro, organizadas en torno a temas que van desde la creación narrativa hasta la financiación cultural, pasando por la inclusión, la tecnología, la salud mental y la circulación de repertorios.

1. Así se cuenta el cuento

En un ecosistema mediático sobresaturado, este panel destacó la urgencia de narrativas musicales que generen identificación emocional con las audiencias. Periodistas, podcasters y creadores de contenido reflexionaron sobre cómo contar historias desde lo cotidiano, lo íntimo y lo anecdótico, en formatos breves y multiplataforma. Para Batuta, esta conversación abre la puerta a fortalecer su estrategia de comunicación institucional mediante el desarrollo de relatos más humanos, inclusivos y sensibles, que den voz a sus protagonistas: los niños, niñas y jóvenes que transforman su vida a través de la música.

Se destacó la importancia de formar vocerías comunitarias que puedan narrar, desde adentro, los procesos vividos, abriendo la posibilidad de crear cápsulas de contenido que resalten el valor social de la música en redes sociales como Instagram, TikTok o YouTube. Este enfoque no solo promueve mayor visibilidad, sino que también humaniza y contextualiza el impacto del modelo Batuta.

2. ¿En qué va el relevo de generaciones en las músicas tradicionales en Latinoamérica?

Este panel abordó con profundidad el lugar de las músicas tradicionales en un panorama sonoro cada vez más globalizado. Se hizo énfasis en artistas que han apostado por revitalizar lenguas y expresiones sonoras ancestrales, sin renunciar a la innovación y al diálogo con las tecnologías contemporáneas.

La conversación también invitó a imaginar espacios intergeneracionales de transmisión del saber musical, lo que plantea oportunidades para que Batuta fortalezca su red de alianzas con artistas tradicionales, portadores de tradición y comunidades étnicas, como estrategia para resignificar la música como tejido social vivo.

3. Fuera de la burbuja digital: nuevas acciones en terreno

En esta charla se compartieron experiencias en las que la música opera como vehículo narrativo y sensorial para campañas comunitarias y proyectos colaborativos con marcas. Aunque el foco estaba en el ámbito del marketing, el panel dejó aprendizajes valiosos para iniciativas como las de Batuta: la importancia de la autenticidad, la co-creación y la participación activa de los públicos en los procesos.

Desde esta perspectiva, Batuta puede continuar afianzando modelos de colaboración con aliados estratégicos donde los niños, niñas y jóvenes sigan siendo creadores de contenido y portadores de mensajes sociales. La música, entonces, se convierte en puente de conexión entre comunidades y territorios diversos.

4. Cómo crear un concierto accesible e inclusivo

Con un enfoque altamente práctico, esta capacitación brindó herramientas para garantizar la accesibilidad plena en eventos musicales. Se abordaron aspectos como señalética adaptada, uso de lengua de señas, presencia de intérpretes, mapas de accesibilidad, sonido calibrado y formatos multisensoriales. La inclusión fue presentada no como un añadido, sino como parte del diseño esencial del evento.

Batuta puede incorporar progresivamente estas recomendaciones en su programación, no solo desde una perspectiva de derechos, sino también como una manera de enriquecer la experiencia musical de públicos diversos.

5. Local x Global: la diversidad musical 3.0 es latina

Este espacio propuso una lectura crítica del posicionamiento global de la música latinoamericana, subrayando la emergencia de subgéneros que conectan lo local con lo transnacional. La internacionalización del neojoropo, el regional mexicano o el trap latino evidencia cómo lo particular puede volverse universal sin perder autenticidad.

Para Batuta, este panel invita a reflexionar sobre la potencialidad de sus repertorios, ensambles y creaciones para dialogar con el circuito musical internacional. Asimismo, plantea preguntas sobre cómo integrar a la formación elementos que fortalezcan la creación contemporánea desde lo local, como una forma de participación activa en las estéticas globales.

6. Música infantil: desafíos y estrategias para escalar un género en la era digital

Toy Cantando y Believe compartieron valiosas lecciones sobre distribución digital, derechos de autor, monetización y fidelización de audiencias en el campo de la música infantil. En este terreno, Batuta tiene la posibilidad de posicionarse como productor y curador de contenidos musicales para la infancia, articulando calidad artística, pertinencia pedagógica y sentido ético.

La conversación también subrayó la importancia de generar repertorios originales que conversen con los lenguajes, imaginarios y necesidades de las nuevas generaciones. Esta línea puede ser estratégica para escalar producciones pedagógicas a nuevas audiencias, tanto nacionales como internacionales.

7. Más allá de la tristeza y las musas: La depresión en los artistas

Un panel necesario, valiente y profundamente humano. Se desmontaron los estigmas asociados a la salud mental de los artistas y se exploraron las condiciones estructurales de la industria que afectan el bienestar emocional. Se abogó por crear entornos seguros, empáticos y cuidadosos para la creación. En el contexto de Batuta, este tema reafirma la importancia de incluir el acompañamiento psicosocial en los procesos formativos, tanto para estudiantes como para docentes y músicos formadores.

8. Retos y oportunidades de las tecnologías emergentes en la creación: hacia nuevos marcos de acción cultural

El panel abordó los impactos de la inteligencia artificial, el blockchain y la realidad aumentada en la creación artística y la gestión cultural. Se presentaron casos inspiradores, pero también dilemas éticos sobre autoría, curaduría y sostenibilidad.

Aunque estos desarrollos parecen lejanos, Batuta puede beneficiarse de herramientas tecnológicas para documentar, preservar y circular su producción musical, así como para generar experiencias inmersivas que amplíen el acceso y la interacción con sus contenidos. Además, la alfabetización digital crítica se perfila como un nuevo componente formativo en los procesos pedagógicos.

9. Un margen real para entender la DATA

El uso de datos en la industria musical fue problematizado desde una visión integral: como guía para decisiones estratégicas, pero también como campo plagado de vacíos e inequidades. Se insistió en la necesidad de interpretar la data desde el contexto y el sentido humano.

Para Batuta, esto implica avanzar en la sistematización de información que dé cuenta del impacto social, artístico y educativo de sus programas. Una gestión de datos ética y participativa puede servir como insumo para el diseño de políticas, la rendición de cuentas y la incidencia pública.

10. Innovación en el modelo de financiación de la cultura: la economía de impacto

Este panel presentó el panorama de la financiación cultural actual, articulando inversión privada con impacto social y ambiental. Para Batuta, esta conversación representa una invitación a explorar las tendencias en la búsqueda de recursos, posicionando su impacto social en lenguajes que puedan dialogar con financiadores de impacto y que se insertan en las narrativas y demandas de la agenda global actual. Esto supone ajustar indicadores, narrativas y estrategias de evaluación que visibilicen el poder transformador de la música desde una lógica de bien común.

La participación de la Fundación Nacional Batuta en BIME Bogotá 2025 presenta un horizonte de posibilidades para repensar el lugar de la industria musical respecto a los procesos sociales, culturales y educativos. Desde el poder del datastorytelling hasta la aplicación de tecnologías emergentes, pasando por los desafíos de la accesibilidad, la salud mental y la sostenibilidad, la agenda de BIME fue un espejo y una provocación para seguir afinando la misión institucional.

Esta relatoría no es un cierre, sino una invitación a continuar el diálogo, la experimentación y la acción. Batuta, con su experiencia territorial y pedagógica, está en una posición única para asumir un liderazgo sensible, creativo y transformador en el ámbito de la musical. Los aprendizajes de BIME 2025 ofrecen herramientas concretas y también inspiración para seguir construyendo una música que no solo se escuche, sino que se sienta, se comparta y se viva como un derecho, un lenguaje común y una fuerza real para el cambio social.