Batuta celebra con música e historias el Día de la Niñez en Colombia
Durante más de tres décadas, más de un millón de niños, niñas y adolescentes han participado de los procesos de formación que la Fundación Nacional Batuta implementa en asocio con el Gobierno nacional, la empresa privada, entes territoriales y cooperación internacional en los 32 departamentos de Colombia. Hoy, en el #DíaDelNiño, reconocemos y potenciamos las voces de los miles que participan en los Centros Musicales Batuta de todo el país y resaltamos las canciones, letras y melodías compuestas por ellos para expresar el valor de su existencia y para demostrar el orgullo que sienten por lo que son y por lo que pueden aportarle al mundo.
Elías González Guerra tiene 10 años y vive en Montería con su papá, su mamá y sus dos perritos. Desde febrero de 2024 -fecha en la que su familia llegó a la ciudad- Elías se unió al Centro Musical Batuta Villa Cielo, que pertenece al Programa Sonidos de Esperanza, implementado por Batuta y el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes. Antes de llegar a Montería, Elías y su familia vivían en la vereda El Corozo de Planeta Rica, donde su papá se destacaba por su liderazgo, trabajo y servicio por la comunidad, siendo el gobernador del cabildo indígena Zenú rural de la vereda. Por eso, Elías ha crecido con la enseñanza del liderazgo y de servir a los demás para aportar al tejido social, cultural y político de su comunidad y del país.
El equipo del Centro Musical Batuta Villa Cielo describe a Elías como un niño muy participativo, al que le gusta aprender, socializar, divertirse y poner en práctica los valores enseñados por su familia: el respeto, la solidaridad y las amistad son los que más se destacan de su personalidad; además, resaltan que ha logrado construir lazos sólidos de amistad que le han ayudado a que su llegada a la ciudad sea más amena. Es espontáneo, sonriente, amable, cariñoso, bondadoso y muy respetuoso. Disfruta de las actividades en el Centro Musical, participa de manera activa y reflexiva en las conversaciones que se construyen en relación a la sana convivencia, acciones de paz y de comunicación no violenta y es garante de acciones pacíficas en los diferentes contextos donde se desenvuelve e interactúa.
Elías dice que tiene muchos sueños por cumplir: espera terminar el bachillerato, entrar a la universidad y lograr ser un gran médico. En sus tiempos libres le gusta ir al parque y jugar al fútbol, deporte que le apasiona tanto como la música y que lo hace olvidarse de la tristeza que le causa separarse a sus amigos de la vereda, con los que sueña volverse a encontrar, esperanzado de que todos ellos tendrán un buen futuro.
En Batuta, un 54% de la población son niñas y un 46% son niños. De ellos, un 61% están en condición de vulnerabilidad o pobreza, 50% son víctimas del conflicto armado y 2% pertenecen a poblaciones migrantes.
Angie Katherine Cruz Trujillo tiene 10 años y vive en San Vicente del Caguán, donde vive con su papá, su mamá y su hermano, y asiste al Centro Musical Batuta ubicado en la Institución Educativa Verde Amazónico, que hace parte de Sonidos de esperanza, programa implementado por Batuta y el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
Angie pertenece a Batuta desde 2020, año en el que comenzó la pandemia y del que ella recuerda que “al principio fue muy duro no poder ir a tocar los instrumentos, pero luego nos hicieron llegar una flauta a la casa y crearon un grupo al que uno mandaba videos para hacer las tareas que nos mandaban y así era como practicábamos y hablábamos con los profes y con los demás compañeros y compañeras”.
Después de la pandemia y durante el regreso a la presencialidad, Angie se integró al grupo de Batuta en su colegio y cuenta con emoción cómo a partir de ese momento, las placas se convirtieron en su instrumento favorito: “me encariñé mucho porque aunque había muchas notas muy difíciles, yo me decía: yo puedo, yo soy capaz, y al fin lo pude hacer”. Además, recuerda con cariño cuando el profesor la seleccionó para presentarse, junto a otros compañeros, en las muestras musicales desarrolladas por Batuta en su municipio.
“Hoy quiero agradecerle a Batuta por permitirme conocer el poder transformador de la música”, dice Angie.
Yelsid Andrey Portilla tiene 9 años, vive en Samaniego y pertenece al Centro Musical Batuta de su municipio, al que asiste como participante del programa Sonidos de Esperanza, implementado por Batuta y Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
Él vive con su papá y cuenta que entre las cosas que más le gusta hacer es ayudarle a recoger café. Es un niño que ha aprendido las labores del campo al lado de su padre y que se siente orgulloso de poder apoyarlo en las tareas diarias de la finca como la siembra y el cuidado de los animales.
Yelsid también comparte que una de las personas más importantes en su vida es su tía que sufre de demencia, con la que comparte intentando comprender el universo en el que ella vive. Es un niño que canta y goza con la música, que es resiliente y que da valor a la familia y a las personas que lo rodean.
Sus compañeros y el equipo del Centro Musical describen a Yelsid como un niño que ama la música y que disfruta asistir a las clases para compartir con sus compañeros.
De los cerca de 40 mil niños y niñas que asisten a los Centros Musicales Batuta cada año, un 86% son mestizos, 10% son afrodescendientes y un 3% son indígenas.
Evelin Lozano tiene 10 años y pertenece al Centro Musical Batuta Plaza La Hoja, en Bogotá. Allí asiste a las clases del Programa Sonidos de esperanza, implementado por Batuta y el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes.
Los compañeros, compañeras y equipo del Centro Musical cuentan que Evelin es una niña con grandes sueños y que disfruta de cantar y aprender nuevos idiomas a través de la música. Evelin dice que gracias al canto ha podido soltar sus miedos, sobre todo cuando se presenta frente a su familia o el público. Dice que cuando canta se siente alegre de poder expresarse, ya que a veces la música puede definir mejor lo que siente, por eso, señala que para ella “la vida sin música sería algo muy raro”.
Evelin sueña con ser una gran cantante, hacer música y crear canciones en distintos idiomas.
Arly Jineth González Mosquera tiene 10 años y pertenece al Centro Musical Batuta Bojayá. Sus compañeros y compañeras dicen que es muy alegre, entusiasta y que participa activamente de las clases.
Arly es una de las participantes más antiguas y más destacadas del Centro Musical. Dice que lo que más le gusta de ir a Batuta es hacer música con sus amigos e interpretar distintos instrumentos, además de conocer personas que le enseñan y con quienes puede compartir momentos muy agradables. También cuenta que en el Centro Musical puede hacer actividades muy diferentes a las que hacen otros compañeros que no van a Batuta, como conocer personas nuevas y aprender lo que más le gusta: cantar.
Batuta implementa el Programa de formación musical y acompañamiento psicosocial para personas con discapacidad que actualmente beneficia a más de 700 familias en el país.
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